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Minero Mario Sepúlveda

Mi vida comienza con un verdadero milagro al momento de nacer. El día 4 de octubre 1970 en la ciudad de Parral, mi madre fallece en el parto. Desde ese día mi abuela fue quién me cuidó hasta la edad de 13 años. Una infancia dura, donde aprendí con mucho sacrificio las adversidades de la vida. Nací en una familia campesina, rodeado de mis hermanas, con quienes compartimos grandes vivencias.

Al morir mi abuela decido buscar mi propio destino recorriendo hacia el sur donde trabajé en un fundo en el cual permanecí por más de dos años en muy malas condiciones de vida. Recorrí nuevos lugares del sur de Chile, pasando muchas dificultades; el frío, invierno, vientos y situaciones extremas de vida que me fueron enseñando y dando herramientas únicas de sobrevivencia, que jamás pensé podría utilizar.

En la ciudad de Magallanes realicé el servicio militar, luego de varios intentos, donde en forma voluntaria pero el ser menor de edad y golpeando en numerosas oportunidades la puerta del regimiento y sin siquiera tener una identificación (lo que hizo que fuese más dificultoso), por fin logré que me aceptaran.

A los 18 años llegué a la capital de Chile, la ciudad de Santiago, dónde sin tener familia ni recursos, intenté nuevamente vencer al destino en busca de una mejor oportunidad de vida, siendo Santiago, un nuevo desafío (algo muy distinto al campo) y me enfrenté a nuevas vicisitudes.

Ahí conocí a la mujer de mi vida, Elvira Valdivia, mi esposa y madre de mis bellos hijos; Scarlette y Francisco. Mujer que me conectó con el mundo de la minería puesto que su padre trabajaba ahí.
Durante 16 años trabajé en minería, donde mi mundo cambió nuevamente por completo y con mucha dedicación obtuve herramientas importantes en donde luego de varios años de entrenamiento, logré convertirme en operador de maquinaria pesada. Años donde aprendí a convivir con el intenso trabajo que significa pasar semanas y largas horas
dentro de una mina, con riesgos y sacrificios que se convierten en parte del día a día.

Mi carácter alegre, con una energía desbordante y gran liderazgo, me han caracterizado toda la vida. Lo vivido en el accidente de la Mina San José el año 2010, fue la prueba más grande que me ha tocado vivir, pero como siempre creí, pues debía sobrellevar esta inmensa prueba y salir adelante. Por mi familia, por el futuro de mis hijos, por la pasión y amor a la vida.

El día 16 estando dentro de la mina, hice una gran promesa; decidí dedicar el resto de mis días al servicio de la sociedad. Y es así como incluso a 700 metros bajo tierra, comencé a idear y trabajar con toda mis energías para dar forma a lo que hoy estoy desarrollando.

El estar en plena oscuridad, enfrentándome a mis propios miedos, los sentidos se agudizan, el miedo, la oscuridad, el hambre, los sonidos, los olores y sabores son más profundos. En donde el amor a la vida, la pasión y entrega en esa fe incondicional que me ha llevado a sobrepasar todos los obstáculos que se han puesto en mi camino, me sacaron adelante.

El creer en el trabajo en equipo, el vibrar y sentir las oraciones del mundo entero, el saber que mi familia, en especial mi esposa y mis hijos, estuvieron conmigo en todo momento. En donde los medios de comunicación ayudaron a que nos siguieran de todos los países, y donde por primera vez en forma masiva nuestro país tuvo la atención máxima. Esta vez convirtiéndonos en campeones mundiales en rescate, campeones mundiales de la solidaridad.

Con la energía y alegría que me caracteriza, el día 13 de octubre salí del encierro que me mantuvo por 69 días bajo tierra y donde hasta el día de hoy he podido llegar a cientos de lugares y familias a compartir mis vivencias, experiencias y entregar en cada rincón, un mensaje de esperanza, fe, amor a la vida, compañerismo y trabajo.

Amigos, los invito a “ser parte del milagro” recorrer y viajar a través del tiempo, y comunicarle al mundo lo importante que es ser consciente de nuestra esencia como seres humanos, nuestra esencia como hijos, padres, hermanos, y poder ser un aporte real sin importar quienes somos. Hoy quiero retribuir al mundo por haber sido cómplice y testigo de esta maravillosa historia que cambió el rumbo de mi destino

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Mi vida comienza con un verdadero milagro al momento de nacer. El día 4 de octubre 1970 en la ciudad de Parral, mi madre fallece en el parto. Desde ese día mi abuela fue quién me cuidó hasta la edad de 13 años. Una infancia dura, donde aprendí con mucho sacrificio las adversidades de la vida. Nací en una familia campesina, rodeado de mis hermanas, con quienes compartimos grandes vivencias.

Al morir mi abuela decido buscar mi propio destino recorriendo hacia el sur donde trabajé en un fundo en el cual permanecí por más de dos años en muy malas condiciones de vida. Recorrí nuevos lugares del sur de Chile, pasando muchas dificultades; el frío, invierno, vientos y situaciones extremas de vida que me fueron enseñando y dando herramientas únicas de sobrevivencia, que jamás pensé podría utilizar.

En la ciudad de Magallanes realicé el servicio militar, luego de varios intentos, donde en forma voluntaria pero el ser menor de edad y golpeando en numerosas oportunidades la puerta del regimiento y sin siquiera tener una identificación (lo que hizo que fuese más dificultoso), por fin logré que me aceptaran.

A los 18 años llegué a la capital de Chile, la ciudad de Santiago, dónde sin tener familia ni recursos, intenté nuevamente vencer al destino en busca de una mejor oportunidad de vida, siendo Santiago, un nuevo desafío (algo muy distinto al campo) y me enfrenté a nuevas vicisitudes.

Ahí conocí a la mujer de mi vida, Elvira Valdivia, mi esposa y madre de mis bellos hijos; Scarlette y Francisco. Mujer que me conectó con el mundo de la minería puesto que su padre trabajaba ahí.
Durante 16 años trabajé en minería, donde mi mundo cambió nuevamente por completo y con mucha dedicación obtuve herramientas importantes en donde luego de varios años de entrenamiento, logré convertirme en operador de maquinaria pesada. Años donde aprendí a convivir con el intenso trabajo que significa pasar semanas y largas horas
dentro de una mina, con riesgos y sacrificios que se convierten en parte del día a día.

Mi carácter alegre, con una energía desbordante y gran liderazgo, me han caracterizado toda la vida. Lo vivido en el accidente de la Mina San José el año 2010, fue la prueba más grande que me ha tocado vivir, pero como siempre creí, pues debía sobrellevar esta inmensa prueba y salir adelante. Por mi familia, por el futuro de mis hijos, por la pasión y amor a la vida.

El día 16 estando dentro de la mina, hice una gran promesa; decidí dedicar el resto de mis días al servicio de la sociedad. Y es así como incluso a 700 metros bajo tierra, comencé a idear y trabajar con toda mis energías para dar forma a lo que hoy estoy desarrollando.

El estar en plena oscuridad, enfrentándome a mis propios miedos, los sentidos se agudizan, el miedo, la oscuridad, el hambre, los sonidos, los olores y sabores son más profundos. En donde el amor a la vida, la pasión y entrega en esa fe incondicional que me ha llevado a sobrepasar todos los obstáculos que se han puesto en mi camino, me sacaron adelante.

El creer en el trabajo en equipo, el vibrar y sentir las oraciones del mundo entero, el saber que mi familia, en especial mi esposa y mis hijos, estuvieron conmigo en todo momento. En donde los medios de comunicación ayudaron a que nos siguieran de todos los países, y donde por primera vez en forma masiva nuestro país tuvo la atención máxima. Esta vez convirtiéndonos en campeones mundiales en rescate, campeones mundiales de la solidaridad.

Con la energía y alegría que me caracteriza, el día 13 de octubre salí del encierro que me mantuvo por 69 días bajo tierra y donde hasta el día de hoy he podido llegar a cientos de lugares y familias a compartir mis vivencias, experiencias y entregar en cada rincón, un mensaje de esperanza, fe, amor a la vida, compañerismo y trabajo.

Amigos, los invito a “ser parte del milagro” recorrer y viajar a través del tiempo, y comunicarle al mundo lo importante que es ser consciente de nuestra esencia como seres humanos, nuestra esencia como hijos, padres, hermanos, y poder ser un aporte real sin importar quienes somos. Hoy quiero retribuir al mundo por haber sido cómplice y testigo de esta maravillosa historia que cambió el rumbo de mi destino Ver menos
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